«Mientras en el mundo existan niños el Circo será eterno»

La historia del Circo en Chile se inicia aproximadamente en 1885, cuando la familia de los hermanos Pacheco llegó a Valparaíso desde el extranjero e inauguró el primer circo chileno. Sin embargo, sus antecedentes se remontan a comienzos del siglo XIX y a mediados de éste se presentaron en nuestro país funciones extraordinarias de equitación, números ecuestres con caballos amaestrados. También eran bastante frecuentes los espectáculos de maravillas gimnásticas.

A comienzos del siglo XX fue el apogeo del circo chileno, el cual tempranamente se definió con características propias. Recogió e incorporó lo mejor de los circos extranjeros a los rasgos del pueblo chileno, conformándose como un espectáculo de dos partes: una primera con los clásicos números circenses, y una segunda consistente en una pantomima, en un espectáculo de música popular o de folclor.

La actividad circense era compleja y difícil. Los primeros circos chilenos eran pequeños, con carpas reducidas y pocos integrantes, de modo que los artistas debían turnarse para trabajar en las pistas, la boletería o tras bambalinas en la producción del evento. Con el tiempo, el negocio del circo en nuestro país ha evolucionado de pequeñas empresas circenses, donde el payaso era una de las figuras principales y eje de las presentaciones, hacia grandes circos de costosos artistas con números especializados y de prestigio internacional. Estos circos manejaban mayores presupuestos, tenían mejores carpas y se ubicaban en lugares estratégicos o locales cuyas instalaciones contemplaban mayores comodidades. El primer circo nacional que se constituyó como una gran empresa fue el Circo Las Águilas Humanas.

La estructura del circo chileno ha permanecido casi intacta desde su origen hasta la actualidad. Las empresas circenses de hoy y de antaño se han conformado generalmente a partir de familias de artistas que transmiten la profesión de generación en generación. Los niños que nacen en este ambiente artístico, reciben la herencia de conocimientos y técnicas de sus padres, y normalmente se integran a las pistas con sus propios números. De este modo, en los anales del circo chileno se conservan los nombres de varias familias dedicadas al espectáculo circense: Los Tachuela, Los Gonzalez, Los Aguirre, Los Cartes, Los Arroyo, Los Salazar, Los Montes de Oca, Los Caluga, Los Mazzini, los Farfán, Los Ventura y Los hermanos Corales,etc. Incluso este último clan legó el apodo de «Señor Corales» a todos los maestros de ceremonia de los circos nacionales.

En la actualidad, el circo se ha adaptado a las transformaciones surgidas en el mundo de las comunicaciones y los espectáculos, el circo chileno ha logrado mantenerse vigente, constituyendo un importante motivo de convocación para la población. Es por este motivo que en septiembre del 2007 se aprobó la ley N° 20.216 de protección y fomento de la actividad circense nacional, que reconoció al circo como una manifestación tradicional de la cultura chilena. y el pasado 2017 se logra la ley 21.026 que de declara que cada 1 de septiembre se celebra el «Día Nacional del Circo Chileno».

 


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