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ELEFANTE DE ORO PARA LOS CABALLEROS–Columna de Gaspar Altamar

ELEFANTE DE ORO PARA THE FLYING CABALLERO
Gaspar Altamar Gallegos
Crítico de Arte Circense.
Los trapecistas mexicanos The Flying Caballero participan en el undécimo Festival Internacional del Circo Elefante de Oro de Girona en España.
Es el día cuatro de marzo del año dos mil veintitrés, en el coreto la quinta generación de la familia Caballero esperan su actuación, destaca la originalidad de sus trajes de trapecistas de azul brilloso y blanco.
Están concentrados, relajados, sonrientes, les acompaña don Luis Caballero uno de sus entrenadores y don Renato Fernandes, experimentado trapecista que entrenó con ellos durante la pandemia, amigo de la familia Caballero, es una persona que irradia alegría, confianza. Antes de ingresar a la pista, a las alturas, le confían su destino a Dios.
Don Rubén Caballero, el patriarca de la familia espera la actuación de sus nietos en las tribunas junto a su hijo Rubén, su hija Fabiola, sus nueras Natalia y Albina y un amigo, el empresario circense peruano don Ricardo Flores.

Don Luis Caballero, su hermano Rubén y el padre de ambos han diseñado una estrategia para que nada interfiera el rendimiento de sus pupilos, les acompañan sus familiares más queridos y cercanos; durante la estadía en el hotel comparten juegos, conversan entre ellos, se ríen, se entretienen; no los exponen a comparaciones, ni a competir, ni a crearse expectativas. Ellos van a volar como lo hacen habitualmente en sus respectivos circos, con calidad, con profesionalismo.
Ahí están en el coreto: Marco Antonio Caballero, veinticuatro año de edad, cátcher, es un joven sereno, seguro de sí mismo, uno de los mejores en su especialidad, es tal su fortaleza que lo denominan “el manos de acero”; Rubén Caballero Jr., veinticinco años de edad, trapecista volante, íntegro, versátil, confía en su destreza y talento, no tan sólo realiza el cuádruple salto mortal, sino también el doble -doble, full doble, full salto, triple con full, doble en plancha, doble olímpico, triple con full en v, entre otros; Gunther Caballero, dieciséis años de edad, trapecista volante, el año 2021 en plena pandemia sorprendió con el cuádruple salto mortal, está siguiendo los pasos de su hermano Rubén, a esto se agrega su adaptabilidad para realizar otros ejercicios como el salto full, doble-doble, triple salto mortal, doble en plancha, triple full entre otros, su vuelo está ceñido de solemnidad, impresiona la altura que logra cuando se direcciona con energía a la máxima altura para iniciar los giros; Nikita, once año de edad, el menor de los hermanos, de vuelo flexible, se expresa con elegancia en el espacio, tiene un promisorio futuro, Estos son los cuatro trapecistas, hijos de don Rubén Caballero y de su esposa Albina de Caballero. Don Rubén, el segundo trapecista volante en el mundo en lograr el cuádruple salto mortal el año mil novecientos ochenta y cinco, sus hijos son los herederos de su talento.
Ahí están en el coreto: Anru Caballero, quince años de edad, el niño que el año 2020 deslumbró al mundo en plena pandemia al realizar el cuádruple salto mortal, nadie había previsto que un niño de tan sólo 12 años de edad pudiera realizar este difícil salto. Fue un mensaje de esperanza para el circo tradicional, que no se deja vencer ante la adversidad. Es un genio del trapecio, como su primo Gunther Caballero, aún tiene espacio para un quinto giro al incrementar aún más su velocidad o bien superar aún más la altura, su movilidad está impregnada de elegancia, al cuádruple se le agregan una variedad de vuelos como: salto full, doble en plancha, full doble, triple full, triple salto mortal, entre otros; Luis Caballero, doce años de edad, es un niño aún, a los once años de edad logra realizar el triple salto mortal, vuela como un profesional, es un aspirante al cuádruple salto mortal, veloz en sus giros, preciso en sus salidas y llegada al antebrazo de su cátcher, al igual que sus hermanos realiza varios ejercicios, como: triple salto, doble salto mortal, doble olímpico, entre otros; Judith Caballero, veinte años de edad, está siguiendo el legado de sus tías trapecistas Verónica, María, Berenice y Fabiola, vuela con soltura, delicadeza, su vuelo es una danza en el espacio, realiza como sus hermanos doble olímpico, full salto, doble en plancha, entre otros. Estos son los tres trapecistas hijos de don Luis Caballero y de su esposa Natalia de Caballero. Don Luis es el quinto trapecista en el mundo en lograr el cuádruple salto mortal el año 1990, sus hijos han heredado su talento.
Genis Matabosch, con su pausada dicción anuncia a The Flying Caballero, la quinta generación de la familia Caballero, seis escalan con soltura hacia la plataforma, el cátcher solitario se dirige a su trapecio. Dos mil trescientas personas serán testigos de uno de los actos de arte circense más importantes de esta década.

Han llagado a las alturas, la canción “México Lindo y Querido” llega desde la amada patria de los trapecistas de la familia Caballero, la motivación florece en sus corazones, es la canción que introducía las presentaciones de Julio César Sánchez, el mejor boxeador que ha tenido México, amigo de la familia Caballero.
Se inician los vuelos introductorios, previos a los saltos mortales, son de carácter individual. Marco Antonio se balancea solitario en su trapecio, su hermano Rubén inicia el vuelo, se le aproxima y como jugando le da una leve palmada a sus pies, de regreso cambia su posición para ubicarse de espada a su cátcher, retorna y ante la sorpresa del público se suelta de la barra del trapecio, simulando desesperación como si cayese al vacío, pero no es todo, en el tercer y último retorno da un medio giro, suelta su mano izquierda, saluda y se reencuentra con su plataforma, flexionando sus rodillas con elegancia.
Es Rubén Caballero Jr. el año 2017 logra realizar el cuádruple salto mortal.
Genis Metabosch, con la elocuencia que lo caracteriza anuncia el triple salto mortal de Luis Caballero, su cátcher se balancea, lo observa unos segundos, Luis ya se ubicó en lo alto, en la penúltima barra de la plataforma, recibe su trapecio, lo mece levemente con su mano derecha, atento a la reacción de su cátcher, ahí viene, tan sólo unos segundos, al unísono de una sílaba que irrumpe el silencio, inicia el vuelo, sus piernas unidas se flexionan para concentrar energía, con ímpetu consigue traspasar la estructura horizontal, retorna con soltura hacia la altura de la plataforma, se sienta en el vacío, clava su mirada en su cátcher, se dirige a esa ruta que transita en su mente, con vehemencia, con seguridad, entrega su trapecio al vacío ,llega al límite de la máxima altura, se doblega en tres giros, manos en sus rodillas, extiende sus brazos y su cátcher lo atrapa, lo transporta he aquí lo sorpresivo, en la misma posición da medio giro y se reencuentra con su trapecio. La celebración, el reconocimiento a este joven e insigne trapecista.
Rubén Caballero Jr. a media altura en la barra de la plataforma, el ritmo de la orquesta anima a los trapecistas, a la audiencia, Marco Antonio como el péndulo de un reloj, acelera las oscilaciones, sujeto a las cuerdas del trapecio, doblega sus rodillas, baja sus brazos, la reacción de Rubén es instantánea, así se lo anuncia el imaginario cronómetro que se anida en su mente, de bajada sus piernas unidas se doblegan e impulsan hasta la máxima extensión en las alturas, el retroceso veloz trasciende la base de la plataforma, ahí se posesiona con sus pies cercanos a la barra del trapecio, sus brazos extendidos, en sus ojos la imagen de su cátcher, se viene con elasticidad, energía, la velocidad se dilata hasta la cima, su cuerpo se libera en dos giros al estilo de doble-doble, llega a los antebrazos de su cátcher y éste lo atrapa, se reencuentra con dos giros verticales a tan sólo unos centímetros de unirse con la barra del trapecio. Aterriza tan suave, tan elegante en la plataforma.

SEÑOR RUBEN CABALLERO
CREADOR DEL CIRCO HERMANOS CABALLERO
Marco Antonio Caballero, el cátcher, heredó el talento de su abuelo, don Rubén Caballero, su capacidad de reacción es instantánea, se adapta, se acomoda a trapecistas de distintas edades, como lo son en su familia.
El público sigue animando esta fiesta de los trapecios, Judith Caballero sostenida en el penúltimo escalón de la plataforma, vuela flexible, su cintura se contorsiona apenas abandona la plataforma, en la elegancia de su viaje concentra mucha energía que la impulsa a tan sólo unos metros de la cúspide de la carpa, su vuelo se expresa con dos giros en plancha maravillosos, su cuerpo se extiende con lentitud, sus manos se dirigen a los antebrazos de su cátcher, continúan el viaje hasta la última línea de la red, su cátcher la retorna con soltura a su trapecio.
Judit Alexandra Caballero, es la única flor de la troupe, vuela al mismo nivel de sus hermanos y primos.
Ahí está Gunther Caballero, con su mano derecha mueve sucesiva y levemente la barra del trapecio, como buscando la ubicación exacta, su mirada dirigida a su cátcher, ese mensaje misterioso lo impulsa al vacío, su vuelo es ágil, sus piernas unidas, su cintura las conduce para acumular esa energía hacia esa altura donde tan sólo llegan los insignes trapecistas volantes, el retorno veloz lo conduce a la altura de la plataforma, sentado en el espacio, sus lánguidas piernas y pies cercanas a la barra, ahora sí la velocidad transita por ese semicírculo imaginario, cuando ambos, trapecio y trapecista llegan al límite del esfuerzo desplegado, se expresan en un triple giro con full, sus manos dirigidas a los antebrazos de su cátcher se unen con fragilidad y soltura, tan sólo medio segundo de diferencia, conduce a Gunther a la red.
El maestro de pista, Genis Matabosch anuncia el cuádruple salto mortal de Rubén Caballero Jr.
Flexiona sus manos en el sostén de la plataforma, mueve levemente sus piernas, levanta su brazo derecho, su cátcher lo observa con atención, se acomoda, mira sus manos, doblega sus piernas en las cuerdas del trapecio, está en la posición de inicio del vuelo, Rubén da un breve impulso e inicia su viaje, sus piernas transitan flexibles, concentra energía, su talento, su destreza la transmite a su trapecio hacia la ruta imaginaria, a tan sólo unos metros de la máxima altura de la carpa, vuela con plena libertad, el retorno es veloz hacia la cúspide de la plataforma, sus piernas se flexionan hacia la barra del trapecio, finura, elegancia contenida en sus movimientos, ahora sí su cátcher se aproxima, se entrega velozmente al espacio, en posición fetal sus manos se unen a su rodillas: uno, dos, tres y cuarto giros, a ciegas, sus brazos se extienden hacia los brazos de su cátcher, se unen, fue todo muy veloz, como si el viento lo hubiese impulsado, ahí van unidos los guerreros del espacio, nada les ha vencido, retorna con dos giros a su trapecio, como si aún hubiese sido insuficiente, se reencuentra con la plataforma, rozándola con elegancia, flexionando con delicadeza sus rodillas, abre sus brazos, los levanta, mira al cielo como si Dios lo hubiese estado observando, la emoción es incontenible en el público, las manos sonoras a un mismo ritmo ovacionando al cátcher y al trapecista volante.
Cuando las emociones se desbordan de alegría, llega el inesperado anuncio, Anru Caballero intentará realizar el segundo cuádruple salto mortal, el silencio invade el espacio, miles de ojos atónitos, las miradas se vuelcan a cada movimiento en las alturas
Anru en la penúltima barra de la plataforma, su cuerpo apacible, nada le inquieta, su cátcher lo observa, se frota las manos, un breve giro lo deja en la posición correcta, sus piernas se doblegan entre la barra y las cuerdas del trapecio, Anru se posiciona en la plataforma, balancea la barra del trapecio, da un leve impulso, flexiona con suavidad sus rodillas e inicia el vuelo, sus pies unidos, extendidos, transitan con flexibilidad , elegancia, llega al extremo de la ruta imaginaria, hasta donde su energía lo conduce, retorna con naturalidad, aún en retroceso su figura estilizada sobrepasa la altura de la plataforma, sus piernas a unos centímetros de la barra del trapecio, ahora sí se dirige veloz hacia las alturas, suelta el trapecio, sus manos sujetas a sus rodillas, como un ovillo gira uno, dos, tres, antes de cerrar el cuarto extiende sus brazos, y las manos de su cátcher como un resorte lo atrapa, (desde ese segundo estallan los aplausos, las ovaciones), continúa el viaje cátcher y trapecistas por la misma ruta, en el otro extremo , donde sólo habita el vacío, sus pies rozan la carpa, su cátcher lo retorna a su trapecio, se deja aterrizar en la plataforma con delicadeza y elegancia, aún sigue el innumerable público aclamando la hazaña de este joven trapecista volante. Alza sus brazos hacia el infinito, lo alto, agradeciendo en su intimidad lo que con tanta fe guardaba en sí, mientras acá en lo terrenal, aunque es pasajero, no puede dejar de manifestarse el canto de tantas e innumerables manos.
Sucede lo insólito, nadie de la audiencia lo había previsto, Genis Matabosch, el maestro de pista, con la grandilocuencia de sus expresiones anuncia el tercer cuádruple salto mortal, el protagonista será Gunther Caballero.

Su cátcher lo observa hasta que sube a la vara de la plataforma, nada lo distrae, mueve levemente su mano derecha en la barra del trapecio, esa sílaba sonora le anuncia el inicio del vuelo, una magistral salida impregnada de flexibilidad, ahí va el joven soñador, con el alma entregada a su vuelo, la subida solemne traspasa el límite de la estructura horizontal, el retorno concentra mucha energía, allá en lo alto como sentado en el espacio con sus pies levantados, sus piernas extendidas, sus manos asidas a la barra del trapecio, reinicia, se direcciona hacia su cátcher a gran velocidad y cuándo ya ha conseguido la suficiente altura suelta sus manos del trapecio y se entrega a cuatro sucesivos y veloces giros, es ahí cuando inesperadamente esas gloriosas manos del cátcher lo atrapan, desde ese minuto la ovación de entusiasmo, de alegría, expresada en las manos y rostros del público es interminable.
Retorna a la plataforma, es hora de celebrar, de agradecer, porque a contar de hoy se escribe uno de los actos más importante de la historia de los trapecios, tres cuádruples saltos mortales realizados por una troupe de trapecistas que son integrantes de una misma familia, hermanos y primos.
Incólume se mantiene en la tradición de los trapecistas la realización diversas piruetas a la red para despedir su actuación, expresión de talento y destreza, siempre impregnadas de solemnidad, elegancia. Así lo hacen cada uno de los trapecistas de la familia Caballero.
Ahora en la pista recibiendo la aclamación, el reconocimiento del honorable público, Rubén Caballero Jr., el líder de la troupe porta con orgullo en su espalda la bandera de su amada patria; México, Nikita un ramo de flores en sus manos, todos muy felices, coronados de gloria.
Y a lo lejos, bajando las graderías don Rubén Caballero, su caminar pausado, su rostro reflexivo, sus nietos transitan por la senda que él inició junto a sus hijos, el legado continúa, sigue creciendo, floreciendo.
Llega el día de la gala de premiación, el animador anuncia la máxima distinción; el primer lugar Elefante de Oro para los trapecistas mexicanos The Flying Caballero.
Ahí están los trapecista de la troupe de la familia Caballero en el podium de los triunfadores, portando el traje típico de charro de color blanco, recibiendo de la Alcaldesa de Girona el Elefante de Oro; máximo galardón al que pueden optar los artistas circenses.
Es una distinción a los representantes de las generaciones de trapecistas de la familia Caballero, son los príncipes de los trapecios, del Circo Tradicional de México, de Latinoamérica.
El Señor Ruben Caballero, Patriarca de la Familia Caballero
PARA EL DIARIO LA LEONA Desde Los Angeles ChileGaspar Altamar Corresponsal Diario la Leona y LA LEONA TV
